La pócima necesita un último ingrediente. Sangre de una doncella de piel suave.
Es difícil de encontrar en el reino una sangre asi, es codiciada como pocas y siempre se guarda bajo llave cuando anochece.
Los resquicios de las ventanas son los únicos que nos permitirán acceder a ella. Prepara al pequeño mensajero oscuro, de dientes afilados.
No es fácil observarle en noches sin luna, sin embargo los que han conseguido verlo, guardan el fúnebre momento entre sus peores pesadillas, durmiente esperando tornar en locura a su dueño.
Tras un parpadeo, el azabache brillo de unos ojos acuosos se desliza en la penumbra, entre árboles y sombras de sombras.
Un resquicio en una ventana, una cortina que apenas se mueve. El frío que estremece penetra en la estancia.
Dos marcas pequeñas acusan del delito. Una gota roja deja huella en el algodón de la sabana.
Un breve gemido, y un nuevo alma se consume hacia la oscuridad, el calor, y la agonía eterna.
Sonrisa triunfante, la pócima está completa, tan solo falta removerla bien.
lunes, 4 de octubre de 2010
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