lunes, 25 de julio de 2011

Sorpresa

No esperes a la noche, cuando el día aún se mantiene despierto.
No silbes al viento, que aún susurra tu nombre.
No acaricies las sábanas, todavía calientes.
No digas su nombre.

Mira desde abajo, entre cortinas de tu pelo negro.
Salvaje arrodillada, efervescente a cuatro patas.

Conquistando el mundo lasciva, sonriente.
Un paso más, un paso sin huella, marcado a fuego.
Dama y doncella.

martes, 5 de abril de 2011

Si, pero...

no, se escucha como un eco lejano que viaja entre jirones de nieble.
no, languidece una hoja otoñal que apenas resiste el peso de una gota de lluvia.
no, sonrie malvado un duende al vender cara la derrota.
no, bajando la mirada encuentra en sus pies un aliado inesperado.

No

No, espera el anochecer para recibir su dosis vital.
No, llora un pez en su pecera circular, sabiendo que nunca alcanzará su cola.
No, pequeño y pequeño se desliza el pensamiento.

No, y se retuerce en un agitado espasmo.
No, y sonrie


No, pero si. si pero no, no pero si, si pero....

jueves, 24 de febrero de 2011

Olor a sangre

No puedo pensar. No quiero pensar.

Un rayo atraviesa mi alma que entre tinieblas brilla nebuloso.

Espasmos de gloria que recorren impacientes, que buscan como reventar y provocar.

Provocar.

Tras la gloria, suspense.

Cabalgando tras la batalla.

Una vez más el fragor de la lucha ha sido cruento.

Una vez más no mira atrás.

Susurros en el valle del desencanto.

Un relincho que sabe a rabia y sudor.

Triunfante. Severo. Decidido.

viernes, 18 de febrero de 2011

El gigante verde

Iba por el camino el gigante verde. Nada quedaba en pie a su paso, lágrimas y sollozos perduraban días y días después de cada uno de sus paseos.

Pero el gigante verde, se movía a sus anchas, caminaba sin mirar, y haciendo aspavientos con el ánimo de hacer circular su espesa sangre por sus venas.

Una vez, creyó escuchar un amortiguado grito, pero al girarse para comprobarlo, tan solo escuchó un chasquido bajo sus pies, se encogió de hombros, y volvió a su paseo.

Ensimismado, no era habitual que volviera sobre sus pasos, pero por la noche, tuvo una pesadilla, escuchó de nuevo el grito, y esta vez le pareció que era más nítido y con timbre de mujer.

A la tarde siguiente, y por primera vez en mucho tiempo, al dar su paseo, se dirigió al mismo sitio por el que había estado el día anterior, y por una vez, el gigante verde pudo contemplar como una lágrima se deslizó por su mejilla, y en un instante eterno, fue a parar al suelo.