jueves, 11 de marzo de 2010

La cueva del dolor

En la cueva del dolor, un pensamiento se escondía entre las sombras.

Hacía mucho tiempo ya que no se encontraba con otros pensamientos, ni con susurros, gritos o suspiros graves. En su soledad se escurría entre las piedras, delicado con la humedad de los muros, sin vislumbrar la luz ni el recuerdo de quien hace tiempo fue su creador.

El dolor ya no habita en la cueva, pero su nombre no se desvanece.

Una mañana oscura, el sonido de pasos vuelve a resonar de nuevo. Una presencia remueve el insoportable hedor a sangre seca y sudor, añejo, usado, desagradable.

Atento, el pensamiento se sitúa tras las sombras, alerta se desliza tras los pasos, y cuando el gozne de unas puertas chirría y el óxido del metal cae en pequeñas virutas al suelo, persigue los pasos más aprisa, y se aprieta entre las huellas y la pesada puerta.

-¿Qué hacías tú tras esa puerta?

Sorprendido el pensamiento se encoge en si mismo, tanto tiempo en soledad aguza los sentidos.

El miedo mata los pensamientos, el miedo discurre con confianza y se hace fuerte alimentandose sin parar de todo tipo de sensaciones, de debilidades, de penas.

-Pensamiento, sigue tu camino, ahora eres libre, busca tu lugar bajo la luz del sol, no te ocultes de nuevo.

Un esbozo de sonrisa, un momento alegre, un pensamiento renacido.

domingo, 7 de marzo de 2010

Contrastes

Brillo de contraste entre la carne de piel clara.

Forma de ojos oscuros, forma de luna llena.
Aprecia el latido en un vacío sin estrellas, ominoso y lascivo se presenta a su cita.

¿Eres tú el alma perdida?
Nunca me mires cuando me doy la vuelta, podrías ver lo que no quieres reflejado en mi capa.
¿Eres tú la luna sin palabras?
Tus labios ya no están sellados, aunque el viento los haya secado.
¿Eres tú el jirón en la nube?
Parpadea, haz que la luz enturbie el brillo de la oscuridad.
¿Eres tú la presencia dormida?
Despierta, las argollas del destino se mueven proclamando el paso del tiempo.

Forma de ojos claros, forma de luna sin sol.
Brillo de contraste, entre la oscuridad de azabache.