Regurgita las palabras, en espasmos de cristal,
dejan heridas, se quedan hincados en la carne.
Sensación de vísceras hinchadas,
entrañas que se rasgan sin gemir,
olor intenso que escapa a la conciencia.
Las noches de calor invitan a percibir más allá de lo pensado, se agolpan y estallan sobre cuerpos desnudos.
-¿Por que me llamas desde dentro?
-Siempre he estado ahí, pero nunca te llegan mis lamentos.
-Estas a la deriva y las consecuencias de escucharte son siempre inesperadas.
-¿Qué puedes perder? Soy parte de ti.
Silencio, otro silencio que llega en un impulso, que se pega y rebaña los latidos del corazón acrecentando la intensidad.
-No pienso escucharte.
Las últimas palabras resuenan con ecos en paredes de carne y sangre.
No pienso escucharte.
miércoles, 5 de agosto de 2009
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