No esperes a la noche, cuando el día aún se mantiene despierto.
No silbes al viento, que aún susurra tu nombre.
No acaricies las sábanas, todavía calientes.
No digas su nombre.
Mira desde abajo, entre cortinas de tu pelo negro.
Salvaje arrodillada, efervescente a cuatro patas.
Conquistando el mundo lasciva, sonriente.
Un paso más, un paso sin huella, marcado a fuego.
Dama y doncella.
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Ilusiones, sueños, todo y nada en las mismas palabras. Es evidente quien gana.
ResponderEliminarDime pequeña, ¿quién gana?
ResponderEliminarNadie.
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