viernes, 18 de febrero de 2011

El gigante verde

Iba por el camino el gigante verde. Nada quedaba en pie a su paso, lágrimas y sollozos perduraban días y días después de cada uno de sus paseos.

Pero el gigante verde, se movía a sus anchas, caminaba sin mirar, y haciendo aspavientos con el ánimo de hacer circular su espesa sangre por sus venas.

Una vez, creyó escuchar un amortiguado grito, pero al girarse para comprobarlo, tan solo escuchó un chasquido bajo sus pies, se encogió de hombros, y volvió a su paseo.

Ensimismado, no era habitual que volviera sobre sus pasos, pero por la noche, tuvo una pesadilla, escuchó de nuevo el grito, y esta vez le pareció que era más nítido y con timbre de mujer.

A la tarde siguiente, y por primera vez en mucho tiempo, al dar su paseo, se dirigió al mismo sitio por el que había estado el día anterior, y por una vez, el gigante verde pudo contemplar como una lágrima se deslizó por su mejilla, y en un instante eterno, fue a parar al suelo.

4 comentarios:

  1. Imagino que no es fácil descubrir que el arrasar con lo que se tiene causa dolor, tanto, que se revuelve y se enquista en uno...

    Un beso.

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  2. Las lágrimas de un gigante pueden provocar inundaciones y maremotos.

    Tras eso, siempre nace de nuevo la vida.

    Azriel

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  3. Me alegra volverte a leer, aunque me ha dejado un sabor amargo.
    Un saludo

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  4. Todos los sabores tienen su puntito, desde el dulce hasta el amargo.

    Un saludo,

    Azriel

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