sábado, 17 de octubre de 2009

Polvo

El camino se retorcía para alcanza la cúspide. En cada paso se puede hacer una parada para hacer un descanso.

El asfalto no tiene lugar aqui, no puede mancillar el terreno. En su lugar, una fina capa de polvo marrón, disperso, cubriendo sin desvirtuar, lo justo para indicar por donde seguir, proponiendo un destino.

De repente la luz se oculta, y del cielo llega una lengua de fuego, recorre el camino despacio, pero es tan ardiente como la pólvora.

El camino cambia su color, se oscurece, se vuelve de un marrón oscuro tendente al negro, el polvo desaparece, tiñendo todo de intensidad.

Donde acaba, donde empieza, todo empezó en la noche, todo se mueve en ella.

Lengua de fuego.



Arde.

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